Si estás lesionado, tienes una oportunidad

“No volveré a ser el mismo”.

“Se van a olvidar de mí”.

“¿Qué he hecho yo para merecer esto?”.

“Voy a estar muchísimo tiempo parado”.

“Qué mala suerte tengo, todo me pasa a mí”.

Estos son sólo algunos de los pensamientos que rondan la cabeza de un futbolista cuando tiene que enfrentarse a una lesión de larga duración, todos ellos seguidos de emociones y sentimientos como la tristeza, la ira o la frustración. Sin duda se trata de un acontecimiento importante en la vida deportiva de la persona, pues supone una ruptura brusca de las expectativas y los objetivos individuales que estaban planteados, tanto interna como externamente.

Una vez conocido el diagnóstico, comienzan a sucederse los mensajes de apoyo por parte del entorno: “Eso para ti no es nada”. “Puedes con eso y mucho más”. “Volverás más fuerte que antes”. Y es aquí donde quiero detenerme: ¿realmente se pone en marcha un proceso para lograr una mejor versión del jugador? Mi respuesta es que los preparadores físicos y fisioterapeutas realizan un trabajo espectacular, fruto de años de evolución en estas disciplinas, pero ¿qué ocurre con los pensamientos disruptivos del futbolista? ¿Se presta atención a las emociones asociadas al proceso de recuperación? ¿Se garantiza que el jugador vuelva con confianza en sí mismo?

El período de tiempo que dura la lesión es una gran oportunidad, ya que puede ser aprovechado para analizar las ventajas e inconvenientes de mis entrenamientos y rutinas diarias, adaptar mis objetivos a las nuevas circunstancias, fortalecer mi autoconcepto, mejorar mi capacidad atencional, conocer mejor mis emociones y aprender a manejar mis pensamientos, y todo ello a través del entrenamiento psicológico adecuado.

Una de las claves para “volver más fuerte”, es tomar los meses que estoy fuera de la disciplina del equipo como un proceso activo, en el que voy a seguir entrenando y mejorando, aunque físicamente esté impedido. Un gran ejemplo de esta idea podemos encontrarlo más allá del fútbol. En el año 2015, dos meses antes de la Copa del Mundo de Bádminton, Carolina Marín sufrió una fractura en el quinto metatarsiano de su pie derecho. A partir de este momento, la deportista onubense adaptó sus entrenamientos a esta circunstancia, y comenzó a realizar “práctica imaginada”, es decir, sesiones de visualización de jugadas y partidos concretos que permitían a su cerebro permanecer activo y en forma, mientras su pie se recuperaba. Esto permitió a Carolina regresar a la pista con sensaciones muy positivas y con altas dosis de confianza, en sus propias palabras, “como si no hubiera estado parada”. El 16 de agosto de ese mismo año se proclamó campeona del mundo.

 

Comenzar a percibir las lesiones como oportunidades de crecimiento es labor de todos los integrantes del proceso (jugador, entrenador, preparador físico, fisioterapeuta, psicólogo, médico, red de apoyo…) y las consecuencias de hacerlo supondrán una mejora del bienestar y el rendimiento del futbolista.

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