3 claves para hacer buenos elogios

Hoy tengo el placer de contar una de las mayores satisfacciones que me ha proporcionado el grado en Psicología. Allá por el año 2016, asistíamos a las clases de Comunicación y Persuasión, impartidas magistralmente por el profesor Javier Horcajo. Cuando quedaban pocos minutos para finalizar la hora, siempre se ponían en práctica los conceptos teóricos que se habían discutido durante la clase. Uno de estos días, la actividad final consistió en que todos los alumnos nos levantáramos, y de forma totalmente espontánea, comenzásemos a dar elogios a nuestros compañeros. Yo, que siempre he sido bastante tímido a la hora de iniciar el contacto con otra persona, todavía me emociono con lo que aquella actividad me hizo sentir. Eso me sirvió para aprender que la Psicología tiene herramientas muy concretas, y, a primera vista sencillas, que pueden mejorar enormemente nuestras vidas y las de aquellos que están a nuestro alrededor. Y una de ellas es la que aquí vamos a explicar hoy: los elogios.

Se trata este de un concepto bastante usado en el lenguaje popular, no obstante, para que un elogio de verdad produzca un efecto poderoso en la persona que lo recibe, ha de tener 3 elementos innegociables:

1-En primer lugar, siempre debes especificar cuál es el comportamiento concreto que quieres elogiar en la otra persona, para que esta comprenda bien adónde se dirige el refuerzo. Por ejemplo, “eres muy bueno” no sería el mejor elogio posible, ya que es muy general, mientras que, “tu capacidad para comunicarte con tus compañeros es increíble” sí se acerca más a lo que estamos buscando.

2-En segundo lugar, es importante que le hagamos saber al receptor cómo nos ha hecho sentir, de forma muy específica, el comportamiento que ya hemos mencionado en el primer punto. De esta manera, nos quedaría algo así: “tu capacidad para comunicarte con tus compañeros me facilita mucho el trabajo, y me hace sentir orgulloso como entrenador”.

3-Por último, estos dos primeros puntos siempre deben ir acompañados de un lenguaje corporal congruente con lo que estamos diciendo, es decir, misma altura visual que el receptor (especialmente importante si se trata de un niño), sonrisa, ligero contacto físico (mano en el hombro, si la situación lo permite) etc.

Desde TYM, os animamos a poner en práctica esta técnica en este mismo momento, por ejemplo, con la persona con la que has compartido más tiempo en esta cuarentena, para que podáis vivir en primera persona los beneficios que tiene expresar de forma asertiva nuestro agradecimiento hacia los demás. Ya seas entrenador, deportista, padre, madre, árbitro, o incluso si no tienes vinculación con el deporte, dar elogios siguiendo este método será un primer paso para mejorar tu comunicación en el día a día.

¡A entrenar!

 

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