Hace tan sólo unos días que se publicaron unos datos que a todos nos encogieron el corazón, y nos pusieron enfrente de una realidad que no siempre ha recibido la atención que merece. 2020 fue el año con más suicidios en nuestro país desde que se recogen datos sobre ello, 3.941 personas. Una cada dos horas y cuarto, o lo que es lo mismo, la primera causa de muerte no natural, el triple que los fallecidos en accidentes de tráfico.
La evidencia que tenemos al respecto nos dice que se trata de un fenómeno con muchas causas, todas ellas derivadas de la compleja interacción entre individuo y ambiente. Es por esto por lo que debemos ser muy cuidadosos cuando hablamos de posibles soluciones ante este drama. No obstante, una cosa es segura, esa
solución debe pasar por la comunidad y la coordinación entre muchos baluartes de nuestra sociedad, y es aquí donde entra el deporte, y en concreto, el fútbol.
Los beneficios para la salud mental de la práctica del fútbol derivan, en primer lugar, de la importancia que tiene realizar actividad física en nuestro día a día, algo de sobra comprobado científicamente. Pero dichos beneficios no tienen que ver únicamente con eso, también con ser parte activa de un grupo, tener objetivos diarios, sentirte realizado al alcanzarlos, experimentar que puedes ayudar a tus compañeros y ser ayudado por ellos, estimularte jugando, estar presente en un lugar donde te expresas y eres escuchado; y estoy seguro de que me estoy dejando otros muchos provechos que todos vosotros habéis experimentado en algún momento practicando este maravilloso deporte.
Por supuesto, aún queda mucho por mejorar dentro del contexto deportivo, porque podemos conseguir que el impacto del fútbol sobre el bienestar de las personas en el día a día sea aún mayor, haciendo que ir a jugar siempre sea algo que a todos nos haga sentir mejor.
Aquí entráis todos en juego, directivos, madres, padres, entrenadores y futbolistas. Además, si la Psicología del Deporte termina de integrarse en los clubes, federaciones o ayuntamientos, como ya ha hecho, por ejemplo, en Alcázar de San Juan, estaremos más cerca de conseguir que el deporte sea un mecanismo transformador de la sociedad. En este punto siempre recuerdo a todos los niños y niñas con los que hemos compartido campo en muchas de nuestras excursiones manchegas, y que han aprendido a entender mejor sus emociones o a tener un mayor autocontrol en su vida diaria a través de la práctica de su deporte favorito. No hay mejor solución que una buena prevención, y este es un claro ejemplo.
El camino es largo y, como ya he dicho anteriormente, las causas de que una persona decida quitarse la vida son muchas y complejas, pero en este espacio me gustaría expresar algo de lo que estoy muy convencido: el potencial del deporte es enorme, y sirviéndonos de ese potencial, todos los que estamos en este mundo debemos trabajar desde hoy mismo en la prevención de los problemas de salud mental del mañana. Siendo conscientes de esta enorme responsabilidad, el resultado de los partidos y las competiciones debe quedar siempre en un plano totalmente secundario, poniendo como prioridad innegociable la salud mental de todos los integrantes de esta Federación. Si yo como psicólogo voy cada día motivado a trabajar con mis equipos y jugadores/as es porque tengo muy claro que el fútbol puede ayudar a que muchas personas, desde jóvenes a mayores, vuelvan a pensar que vivir merece la pena, mientras le dan patadas a un balón.
*Este artículo ha sido publicado íntegramente en la revista de la FFCM.