Navidad, etapa de nuevos propósitos y objetivos

Llega el parón navideño y, con éste, el momento de analizar cómo han transcurrido los primeros meses de una temporada que, a estas alturas, ya casi roza su ecuador. Es tiempo de hacer balance sobre los diferentes aspectos positivos, negativos y a mejorar experimentados en relación con nuestros equipos, el papel desempeñado en la competición y, de igual modo, nuestro desempeño como técnicos desde aquel escenario visionado y planificado allá en verano hasta el que nos encontramos en este momento.
No es de extrañar que, a menudo, nuestras expectativas sobrepasen con creces la realidad en la que nos vemos inmersos en esta etapa de la temporada, viéndonos forzados a recalibrar objetivos y reajustar el trabajo a desempeñar en pro de orientarnos a unas metas más realistas, aunque no por ello menos ambiciosas. De este modo, es importante en nuestra labor como técnicos y gestores de grupo que seamos capaces de llevar a cabo una correcta planificación de los objetivos hacia los que dirigir nuestro trabajo a lo largo de la temporada tanto a corto, como medio y largo plazo.

Normalmente tenemos la “virtud” de encontrar las metas y objetivos finales a los que aspiramos, como el puesto en la clasificación, el número de goles anotados y encajados, las metas individuales con ciertos jugadores, etc. Es decir, son los objetivos dirigidos a las metas finales o últimos propósitos a conseguir. No obstante, hay que evitar enfocar estos objetivos desde una perspectiva de resultado ya que nunca tenemos pleno control sobre la consecución de éstos. No podemos, por ejemplo, garantizar un puesto en la clasificación, ya que hay rivales que también buscan
rendir, situaciones imprevistas como lesiones y otras situaciones a las que nos vemos forzados a adaptarnos y que afectan también a la consecución o no de un resultado.

Un punto clave a la hora de desarrollar un óptimo trabajo por objetivos es el establecimiento de objetivos a corto plazo basados en el rendimiento, no en el resultado. Es decir, son los pequeños escalones que ponemos en esa gran escalera en nuestro camino a la consecución de las metas a largo plazo, los cuales podemos ejecutar a diario y que dependen de nosotros mismos en cada sesión de entrenamiento o jornada; como el “mejorar el golpeo de falta directa trabajando 10 minutos extra cada día”, “mejorar mi pierna no dominante trabajando con ella en los ejercicios de dribbling y control de balón”, “mejorar mi capacidad de resistencia empleándome más a fondo en los ejercicios asociados en las preparaciones físicas para aguantar los 90’”.
Por otro lado, aunque no menos importante, es necesario planificar momentos o separar etapas a lo largo de la temporada para hacer balance después de unas semanas para analizar el grado de consecución de los objetivos marcados, a fin de mantener aquellos que aún no se hayan logrado y evolucionar a nuevos objetivos cuando conseguimos otros. Hablamos, en este caso, de los objetivos a medio plazo.

De este modo, tenemos que tomar en cuenta que no podemos dejar nada a la improvisación si queremos desarrollar un trabajo de calidad a lo largo de una temporada con nuestros equipos y con nosotros mismos en nuestro desempeño personal. Por tanto, si queremos llegar a Navidad a comernos el turrón, es fundamental que analicemos el contexto en el que nos encontramos y el material humano y deportivo que poseemos antes de visualizar grandes objetivos y posibilidades, a fin de estructurar objetivos realistas en los que podamos incidir y percutir cada día en el verde.

*Este artículo ha sido publicado íntegramente en la revista de la FFCM.

David Vigara

Psicólogo de la Actividad Física y el Deporte. Entrenador de baloncesto, uniendo sus dos pasiones, el deporte y la psicología para alcanzar el máximo rendimiento y bienestar.

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