Con motivo del inicio de la nueva temporada de ESL Masters Rocket League, que comenzó el jueves pasado, es posible atisbar, entre el bullicio del espectáculo, la emoción y la velocidad, una serie de aspectos psicológicos, no sólo inherentes a RL, sino también producto del inicio de la competición.
Para quienes lo desconozcan, Rocket League es un videojuego disponible en todas las plataformas (PS4, XBOX, PC, Nintendo Switch) y forma parte de los eSports, al ser partícipe de diferentes competiciones como ESL Masters y Dreamhack. Con puntos en común con el fútbol tradicional, consiste en meter una pelota de grandes dimensiones en una portería, dentro de un campo de fútbol. La diferencia radica en que los jugadores no son personas, sino vehículos, en un sistema de hasta 4 contra 4 (aunque en general participan 3 contra 3).
Llegados a este punto, sobra mencionar que la Psicología Deportiva se vale de la disciplina sobre la que se esté interviniendo, puesto que en función de las características del deporte en cuestión, las variables psicológicas implicadas serán unas u otras. Por tanto, centrémonos de aquí en adelante en la siguiente cuestión:
¿Qué consideraciones puede tener el primer partido de la competición?
Hacerse esta pregunta es importante para encarar con exito una jornada que, mal gestionada, puede incurrir en un rendimiento atrofiado en los posteriores enfrentamientos y un malestar generalizado entre los deportistas.
En TYM no es la primera vez que lo decimos (ni será la última), pero la comunicación siempre ocupa un espacio central en la Psicología Deportiva. A través de ésta se tratan aspectos tan importantes como las expectativas, cuyas consecuencias comportamentales están altamente asociadas a la gestión psicológica que haya sucedido con anterioridad. ¿Qué son las expectativas?
«Las expectativas son creencias acerca de los resultados que se pueden obtener»
Siguiendo esta premisa, observamos que las expectativas tienen un marcado componente cognitivo, es decir, una serie de pensamientos encaminados a discriminar qué resultados se van a obtener en un momento determinado. En muchas ocasiones, los resultados van a depender, en gran medida, de nosotros mismos, por lo que ser conscientes y coherentes con nuestro propio rendimiento es prioritario. No obstante, en el mundo del deporte nos encontramos con una pieza más en el tablero: los rivales. Por tanto, los resultados que obtengamos en la competición (ganar/perder) ya no van a depender en tanta medida de nosotros, sino que el grado de incertidumbre se ve aumentado. Teniendo en cuenta estas circunstancias, ¿de qué forma podemos reducir las probabilidades de que una situación negativa durante el partido pueda afectar a la consiguiente trayectoria de este?
Evidentemente, un partido no se prepara en unos minutos, sino que implica una planificación sistematizada de entrenamiento, alimentación, horas de sueño, etc., así que lo que diremos a continuación no supone un «truco de magia» con el que convertir a nuestros deportistas en bestias imparables, si no más bien una pieza más con la que optimizar el rendimiento y aumentar las probabilidades de exito.
La figura del entrenador es imprescindible, siempre, y aunque su objetivo final sea automatizar las conductas de sus deportistas de forma que su intervención se vaya reduciendo, su presencia en el campo es de gran valor. Sin embargo, los eSports tienen una particularidad, y es que el técnico nunca está presente durante el momento de la competición. Esto implica que los jugadores deben autorregularse solos, sin la compañía de su instructor, durante momentos delicados en los que puede aparecer la frustración o la desconcentración.
A pesar de todo ello, aún queda hueco para la participación del entrenador, y es justo antes de un partido (y entre partidos). En estos minutos previos a la puesta en escena, la comunicación aparece como una solución ventajosa, siempre y cuando el mensaje esté cuidado y se tengan en cuenta las circunstancias, como lo estresados o nerviosos que puedan estar los jugadores justo antes al encuentro, el rival al que se enfrenten, el momento de la competición o incluso los estímulos que se tengan por delante. Entonces, ¿qué puede incluir el mensaje de forma que sea beneficioso para el rendimiento inmediatamente posterior de los deportistas?
- Puntualizar los objetivos que se han trabajado durante la semana de entrenamiento
- Recordar eventos pasados positivos para el equipo, que evoquen reacciones emocionales y fisiológicas favorecedoras para el rendimiento
- Destacar puntos fuertes del equipo y de los jugadores individualmente
- Mensajes claros, cortos y concretos, que no dejen lugar a la incertidumbre
- Si durante los entrenamientos se ha realizado un plan de «situación negativa – solución», realizar un recordatorio donde sean los deportistas quien intervengan
Con esto conseguiremos, entre otras cosas, que la atención se mantenga en los objetivos de rendimiento, buscar que la activación se encuentre en un nivel óptimo y validar la autoeficacia de los jugadores. Además, la valoración del resultado que se obtenga en el encuentro en cuestión ya no estará tanto enfocada al marcador sino al rendimiento que verdaderamente se haya tenido, por lo que estaremos ajustando más eficazmente las expectativas que previamente se habrían formado.